Sobre Irgdrass
¿Quién es?
Irgdrass es el autor del bestiario más extenso conocido hasta la fecha. Es un joven de unos treinta y pocos años, mide alrededor de 180 cm y es de complexión normal. Tiene el cabello largo hasta los hombros, oscuro y ligeramente ondulado. Su piel no es demasiado pálida y sus ojos, casi tan fríos e infinitos como el propio firmamento, son una mezcla de azul y plata. Además, porta sobre su cabeza dos hermosas alas cuyas plumas son como un reflejo de las profundidades del océano.
Pese a que es poseedor de un atractivo innato, sin duda fruto de sus refinados modales dignos de un noble, la mayoría de la gente lo encuentra terriblemente desagradable. Y aunque muchos acusan dicha aversión a las profundas cicatrices que atraviesan su rostro y cuello, el verdadero motivo es que no soportan la indiferencia e impasibilidad que siente hacia su propia especie.
En cuanto a su personalidad, podría decirse, sin temor a equivocarse, que es una de las personas más solitarias que existe. De hecho, le resulta de lo más tedioso entablar conversación o trato con sus semejantes. Aunque claro, después de tantos años contemplando la falta de empatía por parte de los humanos hacia el resto de las criaturas y seres con las que comparten el mundo, no es de extrañar. Obviamente, dicha reticencia, por llamarla de alguna manera, no es generalizada, ni mucho menos. Si descubre que la persona frente a la que se encuentra siente simpatía hacia las criaturas o su investigación, echa por tierra su distante fachada y muestra su lado más afable y tierno. Tanto es así, que esos son los únicos instantes en los que se le puede ver sonreír y disfrutar como un niño.
Como podréis imaginar, le apasiona hablar sobre sus viajes en busca de nuevas especies y sobre sus descubrimientos, por más insignificantes que parezcan. Asimismo, en cuanto alguien le solicita información acerca de cualquier criatura, no duda un instante en proporcionársela (evidentemente, solo si es para un buen fin). Por el contrario, si advierte el menor atisbo de malicia o mala fe, no solo se negará en rotundo a colaborar, sino que hará todo lo que esté en sus manos por dar al traste con esas infames intenciones.
Por norma, es una persona sumamente tranquila y serena. Sin embargo, cuando se enfada, sin duda a causa de alguna aberración cometida contra una criatura, se personalidad se vuelve de lo más aterradora. Y no solo porque sea del todo imposible razonar con él cuando se encuentra en ese estado, sino porque nada ni nadie es capaz de detenerle hasta que logra su propósito.
*Se rumorea que, en cierta ocasión, un miembro de la biblioteca robó una de las páginas de su preciado bestiario con la intención de vendérsela a un noble que deseaba capturar una criatura para fabricar un hermoso abrigo a su esposa. Nadie sabe muy bien qué sucedió cuando Irgdrass se enteró de lo sucedido, pero, días más tarde, la página regresó al tomo del que había sido arrancada y nunca más se supo nada ni del matrimonio ni del insensato ladrón…
Por lo dicho hasta ahora, es más que evidente que Irgdrass es una persona realmente inteligente, sobre todo en lo concerniente al mundo mágico. No obstante, carece de dicha sagacidad en lo que a comportamiento humano se refiere. Por más que lo analiza, es incapaz de comprender las absurdas costumbres de su especie a la hora de relacionarse entre ellos. Es más, encuentra de lo más absurdo la falta de sinceridad y ambigüedad que comportan sus palabras y acciones. Tal vez sea esa la razón por la que solo se encuentra cómodo al tratar con personas honestas con sus ideas y sentimientos.
Indumentaria y accesorios
Pese a su ardua labor, Irgdrass siempre viste como si se dispusiera a acudir a una refinada recepción en palacio cuando, en realidad, su intención es pasarse semanas interno en algún truculento bosque perdido de la mano de los dioses. Sin embargo, y para desconcierto de cualquier que desconozca su auténtica naturaleza, siempre porta los mismos atuendos: un elegante abrigo del color de las marismas en verano; pantalones negros a juego con sus botas; un chaleco a rayas grises y azules con botones; una camisa de seda blanca; un pañuelo azul (según la señora Glíria, regalo de su difunta madre); y un precioso broche de plata en el ojal con forma de pluma.
En lo referente a accesorios, no posee nada a parte del broche. No obstante, tiene una envidiable colección de artefactos y artilugios para llevar a cabo sus investigaciones (para tomar muestras, medir especímenes, etc). Además, sin importar qué, siempre lleva consigo algún libro de estudio entre las manos.
Sobre su pasado
Aunque es bien conocido por todos que procede de una familia de granjeros muy humilde, nadie sabe nada acerca de su vida hasta que empezó a granjearse un nombre entre los eruditos de su especialidad.
Gracias a los frutos de sus primeras publicaciones, empezó a viajar cada vez más y más lejos hasta que, al cumplir los veinticinco, se embarcó en la legendaria proeza de elaborar el bestiario más extenso jamás creado.
Durante los años sucesivos, logró acometer dicha tarea con más presteza de la que muchos le creían capaz. Desgraciadamente, poco antes de poder concluir su obra maestra, encontró la muerte en los erráticos y oscuros bosques del norte del reino de Zoria a manos de una bestia de la que jamás había oído hablar.
Por suerte, antes de que el alma del joven abandonara del todo su cuerpo, los Strigdias (unas fantasmagóricas aves de hielo cuya naturaleza vaga entre el mundo de los vivos y el de los espíritus) acudieron en su auxilio y lo trajeron de regreso a la vida concediéndole parte de su poder.
A partir de ese instante, Irgdrass se convirtió en una especie de hibrido entre humano y espíritu, perteneciente ambos mundos, capaz de canalizar a través de su alma el gélido poder de los Strigdias.
Tras su resurrección, Irgdrass fue trasladado a la biblioteca de Zoria para recuperarse del todo y acostumbrarse a su nueva condición.
Como era de esperar de alguien como él, dicha tarea no le llevo demasiado tiempo y, al cabo de unos cuantos meses, logró dominar por completo sus nuevos poderes. Sin embargo, en lugar de marcharse, convirtió el lugar en el que había sufrido tan trascendental transformación en su nuevo hogar y continuó allí con su labor.
Desde entonces, pasa los días trabajando en la estancia que Eyra le entregó para albergar su gran obra y tan solo se ausenta de la biblioteca cuando va de expedición.
Poderes
Antes de morir: ninguno.
Tras resucitar: es capaz de invocar y controlar a los Strigdias a voluntad, así como sus gélidos poderes. Al hacerlo, dos extrañas marcas surgen alrededor de sus ojos.
Libros favoritos
Si bien no rechaza ningún libro que cae entre sus manos, siente auténtica predilección por los que versan sobre su especialidad (sobre todo sin son de referencia, estudio o el trabajo de otros eruditos como él).
Gustos
Le apasiona de tal forma todo lo que tenga que ver con su investigación que podría pasarse horas, incluso días enteros, hablando sin parar sobre ello. Eso, por no mencionar de lo mucho que disfruta descubriendo nuevas especies.
Odia tanto a los traficantes y cazadores que, tras su transformación, pocos han sido los que han logrado salir vivos tras encontrarse cruzarse en su camino.
Si bien no le desagrada el calor, debido a su naturaleza, prefiere los lugares fríos.
Adora las excéntricas elaboraciones de Drarjas. De hecho, estas y sus viajes son, por norma, las únicas razones por las que abandona su estudio.
Siente una profunda adoración por Sicerd, la cual se ha convertido en una gran amiga, y encuentra sumamente entretenido visitar el taller de la señora Glíria para conocer los nuevos especímenes de Sprunfi. Es más, siente tanto cariño por estos revoltosos renacuajos que tiene varios tomos enteros dedicados en exclusiva a ellos.
Le encanta dar largos paseos por los bosques de Zoria, sobre todo cuando es invierno, y zambullirse en las frías aguas del lago Forgën.
Manías
En cuanto a sus manías, estas son algunas:
- Como las alas de su cabeza delatan sus estados de ánimo, al menos a ojos avispados, tiende a ocultarlas bajo el cabello.
- Como le desagrada sobremanera dejar una hoja de espécimen a medias, no se detiene ni para comer, así que tiende a perder a menudo la noción del tiempo.
- Aunque ha llegado a alcanzar un punto de serenidad del todo envidiable, aún sigue teniendo arranques de ira de lo más temibles.
- Cuando está pensando en algo importante o se siente indeciso, juguetea con los Strigdias (ya sea con sus cuerpecitos o sus plumas).
- Tiende a rascarse compulsivamente la cicatriz del cuello cuando algo le perturba en exceso o se siente ansioso.
- Tras resucitar, cogió por costumbre dormir entre las ramas de los árboles, junto a los Strigdias. (Mandrin sospecha que descansa mejor ahí que en un mullido colchón por su nueva naturaleza buhil).
- Si puede, evita por completo el contacto con otras personas, sobre todo sino las conoce.
Miedos
Antes de renacer, el mayor miedo que albergaba el corazón de Irgdrass era no ser capaz de concluir su obra. Sin embargo, debido a sus nuevas circunstancias, ya no siente dicha zozobra. Razón por la cual ha trasladado toda su preocupación hacia la alarmante extinción de determinadas criaturas.
Comida favorita
Aunque le gustan la mayoría de los platos (salvo aquellos elaborados con cualquier tipo de carne), siente auténtica devoción por los pasteles de frutas y verduras. De hecho, su favorito es el sátivas, el cual prepara cada otoño la señora Glíria para el banquete en honor de Vulpniar.